lunes, 19 de mayo de 2008

Mañana será otro día.

“En todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida”.
Juan Pablo Castel
El Túnel de Ernesto Sabato

A diario los vemos apostados en las diferentes vías de tránsito. Cual obreros cada mañana llegan a sus puestos de “trabajo”. Sus herramientas son potes, vasos y manos vacías. ¡Son nuestros deambulantes! Para otros escoria humana. Lastre social.

Unos imploran cada moneda; otros las exigen. Algunos piden dizque para comer. Otros, más sinceros, escuetamente dicen que es para la droga. Los vemos correr de esquina a esquina tras cada cambio de luz. A menudo los vemos peleando entre sí por su territorio.

Los vemos harapientos, sin camisas, con zapatos rotos. Como zombies. Curtidos por el sol. Resisten. Faltan monedas.

Y el ciudadano común pasa indiferente, hastiado de esos “estorbos”. Y en la parte posterior de su auto se divisa el “sticker”que pregona: ¡Dios es Amor!

El cristiano también piensa en su propia recolecta. El próximo sábado llegarán organizados con sus enormes vistosas latas. Con sus altavoces; con su prédica. No quieren la competencia. A su lado solo quieren al varón, a la sierva; a su hermanito cristiano. El hedor del deambulante les ofende. Buscarán otro semáforo; otra avenida. Ya llegará el día de Acción de Gracias. Los recortaremos y les prepararemos una cena. ¡Silenciaremos nuestras consciencias!

Por instrucciones de la Academia de Refinamiento y Modelaje, la candidata al certamen de belleza también llegará presta a realizar su colecta. Llegará con su séquito, con sus pegados mahones, con su blusa dejando al descubierto su tatuaje y la pantalla en su ombligo. A la hora del certamen solo hablará de su perro, de la madre Teresa, pues no la sabe fallecida, del Papa, de los astros, de la luna y de la justicia social. Pero que ese drogadicto, por favor, no se me acerque.

El político, en su auto, con aire acondicionado, solo piensa en su campaña , en las dietas, el celular y en el gel para su pelo. Se pregunta cómo resolverá ese problema. ¡Qué dilema! Los divisa como estorbos; cual hoyos en las carreteras. Y pasa inadvertido, oculto tras el tinte obscuro de sus cristales.

Son infatigables. Ya caída la tarde llegarán a los comercios a cambiar sus monedas por varios míseros dólares. Luego llegarán al punto y saciarán su “hambre” de drogas. Han cumplido sus jornadas de “trabajo”.


Mañana, mañana será otro día. Arduo como el de hoy. Se suplicará, se exigirá o se descansará para siempre…